Daniel 3:31-33

¿Quiere ver un milagro en su vida? 

Daniel 3:31-33 

"Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: "

"Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación"




Si usted no es sueco ni judío mesiánico, probablemente esté creyendo que aquí hay un error, porque Daniel 3 sólo tiene 30 versos. Pero no es así en el original arameo, sino que los versos 1-3 de Daniel 4 están al final de Daniel 3, y Daniel 4 comienza en el "Dn 4:4" de la versión Reina Valera. Esta división de capítulos y versos del original es la que siguen las traducciones suecas de B82 y "Svenska Folkbibeln", y la Biblia Ortodoxa Judía (versión mesiánica, en inglés)

¿Cuál es la división apropiada entre Daniel 3 y 4?

Siendo el original el documento al cual se deben ajustar todas las traducciones, la pregunta parece académica. Pero la razón de que la mayoría de traducciones ponga estos versos en el capítulo 4 es que las divisiones de capítulos no existen en los manuscritos de los idiomas originales; allí no hay puntos ni comas, ni mayúsculas ni párrafos, para definir dónde comienza una sección y dónde termina. Ya que hay milagros también en el capítulo 4, y la narración comienza con Nabucodonosor hablando en primera persona, algunos traductores ven estos versos como la introducción a lo que pasará en el capítulo 4. Pero otros ven aquí la introducción al edicto a "todo pueblo, nación y lengua" del cual habla Daniel 3:29. Esta división es más acorde a la estructura del libro de Daniel, y a su estilo literario antiguo (y es la que adoptan los editores del original arameo y hebreo) 

Poco tiempo después de mi conversión, en una mañana soleada de domingo, iba yo camino de la iglesia, con mi guitarra en su estuche y vestido "de cuello y corbata". Un familiar mío no convertido me encontró y me preguntó al verme:

"¿Tienes un trabajo nuevo?" (pensaría que yo estaba cantando secularmente)

"No", respondí, "voy a cantar a la Iglesia"

"¡Qué bien", respondió con alegría. "¿Cuánto te pagan?"

"Nada", dije yo. 

Entonces se rió y me preguntó, "¿Por qué lo haces, entonces? ¿Por el amor de Cristo?"

Esta expresión equivale coloquialmente a hacer algo de modo altruísta, sin salario. Puede significar incluso negativamente hacer algo sin saber qué resultado tendrá, o sabiendo que algo no tendrá ningún beneficio (los ateos la usan generalmente de modo sarcástico) Pero en un abrir y cerrar de ojos el Espíritu de Dios transformó su significado para mí. Fue otro Israel el que respondió muy seriamente, "Sí, por el amor de Cristo"

El amor de Cristo, y su sangre derramada en la cruz por nosotros, es motivo suficiente para que alabemos y glorifiquemos a Dios cada día. Nabucodonosor, un rey pagano, alabó al Dios de Israel en estos versos después de haber visto el milagro que obró con los judíos que él había enviado al horno a morir. Su respuesta a la acción de Dios es propia, pero es aún así la "respuesta" a algo ya ocurrido. Sólo los nacidos de nuevo sabemos el poder de alabar aún "antes" de ver la mano de Dios moverse. En Daniel 2:19-23 podemos ver un ejemplo de esta actitud. El profeta alabó antes de llevar la revelación al rey (y sin saber si lo promovería o lo decapitaría) Su fe en que la revelación era de parte de Dios era total, no en dependencia de si el rey la aceptaría o no. Nabucodonosor reconoció la superioridad del Dios de Israel sólo después de ver los milagros que Él obra a favor de los suyos

¿Alaba usted a Dios?

Hay un gran poder en la alabanza. Y hay muchos ejemplos, bíblicos, históricos y en testimonios de actualidad, acerca de la intervención milagrosa de Dios entre aquellos que le están alabando, a favor de ellos. 

El reino de Israel se dividió a la muerte del gran rey Salomón (circa 933 AC) y Judá, el reino del sur, fue gobernado por Roboam su hijo, un rey con muy poca sabiduría a diferencia de su padre, cuya respuesta a la queja del pueblo provocó la división. Su hijo Abiam, que reinó después de él, "anduvo en los pecados de su padre" también. No obstante, Dios tuvo misericordia de Judá por amor de David su siervo y levantó como rey a Asa, hijo de Abiam y uno de los reyes fieles de Judá, esto es, los que se mantuvieron en la fe del Señor. A la muerte de Asa, después de un reinado de 41 años, le sucedió su hijo Josafat, otro buen rey que gobernó Judá en el período de 872-850 AC (y algunos años antes junto a su padre) 

La Palabra nos cuenta que Dios estuvo con Josafat, por causa de su fidelidad. Este rey hizo quitar la idolatría de Judá y envió príncipes, levitas y sacerdotes a enseñar la Ley de Jehová por todo el pais. También puso jueces que juzgaran conforme a la Palabra de Dios. Su fe y su lealtad al Dios de Israel se evidencian en su actitud cuando fue atacado por una coalición de moabitas, amonitas y edomitas (2 Crónicas 20) El rey se humilló ante el Señor en oración, y convocó un ayuno nacional. Dios le dio respuesta a través del levita Jahaziel, que por el Espíritu Santo profetizó que ganarían la batalla sin pelear. La estrategia militar de Josafat puede verse en 2 Crónicas 20:21 : 

"Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre."

¡Santo Dios! ¿Es esto estrategia, o suicidio? ¿Se imagina un general que en lugar de planear una ofensiva o defensa, ponga un coro de alabanza para cantar "Alabaré", creyendo que así derrotará a los enemigos? Pero la Biblia nos dice que "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es mas fuerte que los hombres" (1 Corintios 1:25) La obediencia de Josafat a la profecía que Dios había dado le dio la victoria. Vea el próximo verso:

"Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros."

Hay una palabra clave para la victoria, y es "creer". La "estrategia" de Josafat tenía la base más sólida que podemos desear: "Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados" (palabras del rey Josafat en 2 Crónicas 20:20) El rey entendió que Dios pelearía por él, e instaló un coro de alabanza en lugar de una avanzada militar. La victoria fue un hecho "milagroso", porque lo normal es que la coalición hubiera hecho pedazos a los judíos que estaban dando culto a Jehová, cuando se supone estarían peleando.

Esto nos lleva de vuelta a la pregunta inicial, ¿quiere ver un milagro en su vida?

Déjeme decirle que hay trampas satánicas para impedir que usted sea bendecido y vea los milagros de Dios, la intervención de Dios a favor suyo. Hay una guerra espiritual cuyo propósito es destruir la fe de los creyentes y evitar que los no creyentes se conviertan. No siempre se ve con los ojos físicos, como puede creer alguien que ha visto filmes de "exorcismo", pero ocurre en nuestros espíritus, como el enfrentamiento entre los espíritus satánicos y el Espíritu de Dios. Una actitud errada le va a impedir ver el milagro de Dios a su favor. 

¿Cuál es la actitud errada?

Hay varias. Recuerde que Satanás hizo caer a la primera pareja humana y está engañando a los hijos de Dios desde hace milenios. El maligno sabe que la fe es necesaria para ver los milagros. Por eso induce actitudes contrarias a la fe en nosotros:

1) No creer. La epístola a los Hebreos (Heb 11:6) nos dice que "...es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". "Galardonador" es la traducción del griego "mistapodótes", palabra compuesta de "apodídomi" (dar, devolver, restaurar) y "mistós" (recompensa, salario, retribución) cuya traducción literal sería "dador de recompensas". Hay una recompensa en buscar a Dios, pero sólo para los que creen. El rey Josafat no pudo leer la epístola a los Hebreos, que se escribió casi un milenio después, pero para obtener su victoria, creyó a Dios y a sus profetas. Nuestro Señor dice que "al que cree todo le es posible". 

¿Cree usted que experimentar un milagro en su vida "será posible" también para el que cree?   

2) Otra actitud que impide ver los milagros es esperar por ellos para creer. En Lucas 11:16 leemos, "Otros, para tentarle (probarle), le pedían señal del cielo". Esta era una de las posiciones de los enemigos del Señor, que le vieron echar fuera un demonio (otros decían que su poder para hacer esto era de Satanás, no de Dios) En otras ocasiones ocurrió lo mismo, que pidieron que demostrara Su legitimidad con hechos milagrosos (Satanás hizo lo mismo en el desierto, y el rey Herodes, cuando se lo llevaron ante él, prisionero) Pero la respuesta del Señor es la misma para todos los que vienen con esta actitud; la que podemos ver en Lucas 11:29, "Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás". La permanencia de Jonás en el vientre del pez es comparada con la del Señor en la tumba, y su salida con la resurrección del Señor, que es la más contundente prueba de que Él era el Mesías. La "señal" no la daría Él mismo, que estaría muerto, sino el Padre que le levantó de entre los muertos por su Espíritu Santo. 

¿Está usted esperando que ocurra un milagro, para creer en el milagro? Déjeme decirle que es al revés; primero tiene que creer y después verá. El mundo dice, "ver para creer", pero Dios, "creer para ver". 

3-5) Otras tres actitudes erradas están representadas en la conocida "Parábola del Sembrador" de Nuestro Señor Jesucristo. Léala (Mateo 13:3-8) :

"He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno"

La interpretación de la parábola puede verse también en Mateo 13 (versos 19-23) :

"Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno"

Observe que Nuestro Señor habla de tres actitudes erradas y una acertada. Estas actitudes definen cómo recibiremos la "Palabra del Reino" o "Palabra de Dios". Para saber la importancia de cómo oímos, recordemos que "la fe viene por oír la Palabra de Dios" (Romanos 10:17) Más Palabra recibida, entendida y puesta por obra, más fe. Palabra no recibida, no entendida, o no puesta por obra, cero fe. 

¿Cómo afecta la fe, y con ella la posibilidad de ver un milagro en su vida, la forma en que recibimos la Palabra de Dios?

3) La primera actitud errada que nos cuenta el Señor es de la semilla que "cayó junto al camino, y las aves la comieron", ejemplificando los que no entienden la Palabra (y la olvidan) En el libro de Daniel vemos al rey Nabucodonosor en esta posición. Pese a los testimonios de los judíos y su Dios, pese a los milagros que vio y a las revelaciones que recibió, volvía siempre a su condición pagana. En el próximo capítulo veremos cómo pasó 7 años de locura por enaltecerse contra Dios, olvidando la profecía y el consejo de Daniel. 

¿Ha estado en esta posición? Nuestro Señor nos da un remedio eficaz contra este mal en Lucas 9:23-25: "Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?" La Palabra de Dios tiene que ser lo primero en nuestras vidas, y para seguirla tendremos a menudo que "negarnos a nosotros mismos" lo que desearíamos hacer, para hacer lo que Dios quiere. Dios no nos da "sugerencias" sino vida abundante. Cuando el rey Nabucodonosor se humilló, y reconoció que el poder es de Dios, fue repuesto a su trono con mayor esplendor que el anterior.

4) Una segunda actitud errada está dada por la "semilla que cayó en pedregales" donde no hay profundidad y por tanto no echó raíces, y se secó cuando calentó el sol. Observe que estos sí reciben la Palabra y la creen, incluso se gozan en ella. Pero cuando aparecen las dificultades, se apartan. El libro de Juan 21 nos muestra a los discípulos, luego de la resurrección del Señor, creyendo que volverían a sus antiguas profesiones. El Señor tiene que mostrarse ante ellos, llamar especialmente a Pedro y encomendarle tres veces que "apaciente a sus ovejas". Después de tres años de discipulado, y de todo lo que aprendieron del Señor, volvían a su vida anterior. 

En Habacuc 2:4 leemos, "el justo por su fe vivirá", verso que es citado varias veces en el NT y se ha dicho que fue el alma de la Reforma. La fe sostiene en medio de las dificultades AL QUE VIVE POR FE. Suponga que usted se está hundiendo y no sabe nadar, pero tiene cerca un salvavidas. El salvavidas lo salvará si usted lo agarra y lo usa, pero si lo ignora, se ahogará. El Señor llamó a sus discípulos no para salvarlos sólo a ellos, sino para convertirlos en instrumentos de salvación para otros muchos. 

5) La última de las actitudes erradas que nos muestra el Señor es la de priorizar los asuntos mundanos frente a la Palabra. Cuando hay cosas de este mundo que son más importantes para nosotros que la Palabra de Dios, viviremos con el alma dividida (una especie de "esquizofrenia espiritual") y funcionando en parte como cristianos y en parte como mundanos. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra esta actitud en Ananías y Safira en el capítulo cinco. 

En el capítulo 4 de Hechos se ve que los cristianos formaron una especie de "caja de seguridad social" para los necesitados, vendiendo muchas propiedades para crear un fondo para este fin. En el capítulo 5, Ananías y Safira hacen lo que están viendo hacer a los demás, pero sin fe. Guardaron parte del precio y mintieron, diciendo que lo estaban donando todo. El apóstol Pedro les reprendió por mentir a Dios, y ambos cayeron muertos. 

¿Es su corazón recto para con Dios? 

¿O han llenado su corazón los afanes de este mundo, sin dejar lugar para servir al Señor?

¿Lo hace todo para la gloria de Dios, o está labrando su propia gloria?

¿Es el amor de Cristo lo que le mueve, u otro "amor" - al dinero, la fama, los placeres o lo que fuera?

Nuestro Señor tiene una Palabra muy conocida para sanar esta "esquizofrenia" espiritual, que está en Mateo 6:33 : "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". ¡Dios primero! Él proveerá lo que necesitamos. Observe el contexto en el cual es dado este mandamiento (versos 24-32) :

"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

"Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?"

"Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?"

"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas." 

Nuestro Padre celestial sabe de qué tenemos necesidad, aún antes de que le pidamos. Si necesitamos un milagro, una intervención de Dios que cambie nuestra vida, Él lo sabe de antemano. Cuando Ananías, Misael y Azarías proclamaron que aunque el Señor no los salvase del horno, ellos no adorarían dioses babilónicos, aún no sabían si el Señor haría el milagro o no. Pero Él sí lo sabía. Los milagros que están por suceder en su vida quizás usted no los imagina ni los espera; quizá no cree que sucederán o quizá duda de que Dios le tenga destinado un "milagro personal" a usted especialmente. 

Pero déjeme decirle que el Señor le ama, y le conoce por nombre y apellido. Él nos conoce y nos ha escogido para salvación desde antes de la fundación del mundo. Cuando todavía no había tierra, ni mares, ni dinosaurios siquiera, ya Dios tenía determinado lo que haría para salvarnos, enviando a su Hijo a morir en una cruz por nuestros pecados, y resucitándolo milagrosamente al tercer día. Porque Dios es un Dios de milagros. Él milagro que usted necesita en su vida, cualquiera que sea, esta en manos del Señor, y Él quiere obrarlo. ¡Pero usted tiene que creerlo! Milagros que usted necesita pero aún ni los sabe, están también en manos del Todopoderoso. Él quiere obrarlos. ¿Lo cree así?

Si necesita la intervención del Señor en su vida, sólo tiene que pedirla. Él está atento a nuestras oraciones, y deseoso de responderlas para bendecirnos. Porque Él nos quiere bendecir. Los milagros que el Señor obra para los creyentes son a favor de ellos. Si aún no ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador, está por recibir el mayor milagro de todos: la salvación de su alma. Doble sus rodillas delante de Cristo y confiésele sus pecados, pida su perdón e invítele a tomar el control sobre su vida, a ser su Señor así como es su Salvador. Créame que Él desea oír esa oración, porque el deseo de su corazón es que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento y sean Sus hijos. ¡Reciba a Jesucristo, y verá la mano de Dios moverse milagrosamente en su vida!

¡Que el Señor le bendiga!

En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!


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